Cuadro artístico
Carmen Sandoval
Izar Gayo
Geni García
Lautaro Borghi Lauria
Javier Garcia Bedriñana
José Luis Campa
Cuadro técnico
Iluminación y sonido en gira: Alberto Ortiz – Mª José Miyar y Alfonso Berros
Fotografía: Pepe Heredia
Vestuario: Azucena Rico
Ayudante de dirección y diseño de iluminación: Carlos Dávila
DIRECCION; LAURA IGLESIA
Besos es una comedia en la que la música y las letras de las canciones melódicas nos ayudan a hablar de las relaciones sentimentales con una mirada irónica y humorística.
BESOS es comedia en estado puro.
BESOS habla del amor.
BESOS es un espectáculo joven, fresco, ágil y muy musical.
BESOS aspira -sobre todo- a la muy noble y elevada misión de hacer reír.
BESOS se estructura en sketchs breves que hablan del amor y las relaciones de pareja. Las escenas se suceden rápidas, hiladas a ritmo de bolero, y presentándonos un variopinto catálogo de parejas interpretadas por seis actores: tres chicas y tres chicos, que darán vida a un abanico de personajes envueltos en relaciones afectivas más o menos curiosas y estrambóticas, pero siempre marcadas por el conflicto: el amor no correspondido, el desamor, el sexo, los celos, la infidelidad, los embarazos, los tabúes, etc.
BESOS late a ritmo de bolero y buena música. Toda la función está sazonada con coreografías y momentos musicales. Y no sólo hay música flotando en el ambiente, sino también en el texto, puesto que buena parte de los diálogos se hilan sobre letras de canciones conocidas por todos.
En “Besos” se recurre, esencialmente, a la «canción sentimental» española de los años setenta, los años de adolescencia de tantos españoles hoy, y así desfilan por Besos los greatest hits de Abba, Perales, Dyango, Camilo Sesto, Jeanette, Paloma San Basilio, Mocedades, Karina, Raphael, Pimpinela, y un amplísimo etcétera, cantados y bailados por los propios actores o convertidos en réplicas inesperadas, en giros de diálogo, con una eficacia hilarante. En Besos puntúa, por encima de todo, la filigrana de apurar todas las variantes posibles de ese gimmick básico -cantar y contar la propia historia con las letras y músicas de otros, como en un karaoke sentimental- sin que la fórmula se agote a la media hora.
Besos es un material que, lógicamente, funciona en clave satírica, desatando desde el principio la carcajada del público por la oportunidad, siempre justa y siempre inesperada, de su inserción, y también la sonrisa más o menos desdeñosa del espectador «enterado» (el espectador que mete en un mismo saco las psicotronías de Raffaela Carra y una joya pop como el Juntos de Paloma San Basilio), pero que opera por sedimentación: al final, cuando Morir de amor, de Camilo Sesto, se convierte en elgrand finale de Besos, resumiendo, muy metafóricamente, el tema central de la comedia («Siempre me voy a enamorar / de quien de mí no se enamora»), la canción nos llega, más allá del humor, con una fuerza inesperadamente elegíaca, porque «también» nos están diciendo que aquellas canciones que creímos escuchar distraídamente (en un ascensor, en un supermercado, en unos autos de choque) forman parte de nuestra memoria sentimental mucho más de lo que nos atrevíamos a reconocer.